viernes, 5 de octubre de 2007

El "Gran Hermano" está entre nosotros


George Orwell imaginó en "1984" un infierno particular, una sociedad cerrada con control absoluto de la vida de las personas por medio de una televisión de doble vía. A través de ella, el "Gran Hermano" vigilaba y dirigía la vida cotidiana de cada uno de los habitantes de la ciudad.

La realidad actual es bastante menos espectacular pero quizás no por sutil menos terrible. Los medios de comunicación de masas están proporcionando a grandes conglomerados humanos -en su gran mayoría apiñados en inmensos centros urbanos una "realidad virtual" que puede no tener nada que ver con la realidad "real", pero que está construida al gusto y necesidad de los estamentos que manejan el poder global. Para los individuos atrapados en la rutina diaria y el aislamiento de las megalópolis, esta realidad virtual se convierte en su realidad. Es el más efectivo sistema de control: lograr que los dominados piensen y vean el mundo con los mismos ojos de los dominadores .

Los efectos colaterales son del orden de la tabula rasa . Del mismo modo como los productos transgénicos patrocinados por las grandes corporaciones tienden a eliminar la variedad vegetal del planeta, el mensaje hegemónico y único de los medios tiende a eliminar la diversidad cultural. El habitante de Bangkok y el de Montevideo se van convirtiendo, no sólo en consumidores de los mismos productos de las mismas marcas, sino que van adoptando un sistema de vida estándar proporcionado por los medios.

Si esto puede sonar a apocalíptico o exagerado, vea como ejemplo los informativos de las cadenas Al Jazeera y Telesur, dos loables intentos de los habitantes del Sur por quebrar la hegemonía del sistema comunicacional globalizado. Estudie el formato de estos informativos y analice la estética escenográfica y la personal de quienes informan (generalmente una pareja de hombre y mujer) y constate hasta que punto, una televisora ubicada en Qatar y otra en Caracas utilizan un patrón de formato y un estética estándares creados en los centros de dominación y que no están relacionados con el patrón cultural de los comunicadores (ni tampoco con el de los receptores).

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