jueves, 18 de octubre de 2007

Nostalgia comunista

Los sociólogos explican esta nostalgia hacia el pasado comunista en el hecho de que la mayoría de la población de Rusia vive hoy mucho peor que entonces. Liudmila, responsable de una pequeña biblioteca, asegura que «cuando los comunistas estuvieron al frente del país la medicina y la educación eran gratuitas, y se pagaba por la calefacción y la luz una cantidad simbólica». Ahora, añade la mujer, «con los bajos salarios que tenemos es imposible llegar a fin de mes y menos aún curarte de una enfermedad o enviar a tus hijos a un buen colegio».

Los jubilados lo tienen aún más crudo, sobre todo después de que, el pasado mes de enero, les dejasen sin las ayudas heredadas del viejo régimen (transporte gratuito, rebajas en los precios de casi todos los servicios, etc.).

La indecente ostentación de la que hacen gala los nuevos ricos rusos es también un factor que contribuye a atizar el descontento social. Los gerifaltes del Partido Comunista vivían muy bien, pero eran más discretos y, al no existir la propiedad privada, sus prebendas desaparecían con la pérdida del cargo o la jubilación.

Mirada atrás

El recuerdo del peso que tenía la URSS en el mundo y el orgullo de ser ciudadano de una gran potencia hace también volver la mirada hacia atrás. «Ahora hay de todo en las tiendas, pero, que más da, no tenemos dinero para comprarlo», asegura Piotr, un hombre de unos cincuenta años que se gana la vida como taxista pirata.
En el Kremlin son conscientes de ese sentimiento nostálgico, que el presidente Vladímir Putin también comparte. Por eso, se fomentan los eventos de exaltación patriótico-soviética, como el desfile de la victoria en la II Guerra Mundial. Eso también explica por qué todavía no se ha decidido cerrar el mausoleo y enterrar la momia de Lenin o por qué Putin cambió el himno compuesto por Glinka por el estalinista de Alexándrov.


Además durante los 14 años de reformas económicas, la propiedad privada no ha probado ser más eficaz que la propiedad estatal. La privatización llevada a cabo en el país ha destruido el potencial económico creado en los años del poder soviético, hizo disminuir el bienestar de la población y colocó a Rusia entre los países del tercer mundo según los parámetros económico-sociales de su desarrollo.

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