viernes, 4 de abril de 2008

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jueves, 27 de marzo de 2008

MUY IMPORTANTE

DEBIDO A LA GRAN ACEPTACIÓN QUE HA TENIDO ESTE BLOGS, Y TAMBIÉN DEBIDO A LA PETICIÓN INSISTENDE DE VARIOS DE LOS LECTORES .... WWWW.GLOBALICEMOSSOCIALISMO.BLOGSPOT.COM PASARA EN BREVES DÍAS A CONVERTIRSE EN UNAPÁGINA WEBS TOTALMENTE NUEVA Y REFORMADA (de todas formas agradecer las visitas durante su periodo como blogs)

COMO NUEVA PÁGINA WEBS, SE HA DECIDIDO INCLUSO CAMBIAR EL NOMBRE PARA HACERLA UN POCO MAS RECORDABLE Y DARLE UN TINTE DE MAS ACERCAMIENTO A LA REALIDAD QUE NOS HA TOCADO VIVIR...POR TODO ELLO, EN BREVES DIAS ESTARÁ DISPONIBLE WWW.REALIDADSOCIAL.ORG una web sin fines lucratívos , en el que solo pretende acercar la realidad no desvirtuada por los grandes medios de comunicación, que tal fatal manipulación causan.

Por ello, esta web será de "Libre" expresión para todo aquel o aquella que quiera, mandando sus textos o aportaciones a realidad@realidadsocial.org.

! BASTA DE ESPECULACIÓN INFORMATÍVA !

P.d. al darsele de alta a la web www.realidadsocial.org, www.globalicemossocialismo.blogspot.com sera destruido.

GRACIAS A TOD@S.

miércoles, 26 de marzo de 2008

Cosas que pasan en el capitalismo


Muchas veces observar algunas curiosidades de un sistema económico puede ser más elocuente y clarificador de cómo es ese modelo que escuchar los principios ideológicos que lo inspiran. Algunas ellas quisiera exponerlas ahora. En nuestros sistemas de mercado existen dos discursos con función de paliativo social que están siendo muy explotados: el medioambiental y el de la solidaridad con los más desfavorecidos. Quizás descubrir estas anécdotas puede ayudarnos a comprender cuán hipócrita son esos discursos.

El pasado 10 de marzo, el escritor Felix de Azúa contaba en El País que había leído en el diario Tribune de Genève que durante los próximos cuatro años Ginebra iba a a importar 300.000 toneladas de basura de Italia. La razón es que el nivel de concienciación para el reciclado de los ginebrinos ha dejado sin trabajo a los tres inmensos hornos con capacidad para incinerar cera de 350 mil toneladas anuales, que la empresa pública puso en funcionamiento en 2001. La amenaza de cierre de uno de ellos dejaría sin trabajo a cincuenta operarios por lo que la solución será importar basura italiana, concretamente de la región de Campania. De modo que se transportarán las basuras a lo largo de toda la península itálica. Gracias a la conciencia ecológica de los suizos ahora se llevarán de viaje entre cuarenta y noventa mil toneladas de basura fresca por año, se subirán primero en tren desde la punta de la bota hasta la frontera suiza y luego en camiones hasta Ginebra. También descubro que la cosa no es nueva, llevaban años importando basura alemana con el mismo objetivo. De modo que ya tenemos en nombre de la protección medioambiental a trenes y camiones transportando toneladas de basura a lo largo de más de mil kilómetros.

Y sigamos con este anecdotario del modelo capitalista. El 14 de marzo, prácticamente todos los medios se hicieron eco de un decomiso policial en Algeciras de más de 230.000 artículos de ropa falsificada, con un precio en mercado de 200 millones de euros. En virtud de la lucha contra “competencia desleal y la protección al consumidor”, resulta que toda esa ropa será destruida en lo que se supone es una campaña contra la falsificación y la piratería. Mientras las caritativas ong´s van por los países ricos apelando a la solidaridad y recogiendo la ropa usada para los empobrecidos del mundo, la policía quema la nueva.

Un poco más atrás en el tiempo, a finales del pasado año, encontramos otro ejemplo de derroche energético conviviendo con el discurso político de la lucha contra el calentamiento global. Se trata de una exposición de esculturas de hielo en Madrid que se abrió el 23 de noviembre y estuvo funcionando hasta el 7 de enero. Consistía en una carpa de 3.000 metros cuadrados que se hubo que mantener a ocho grados bajo cero, con bloques de hielo de hasta 2.000 kilos. Se tuvieron que traer 250 toneladas de hielo desde Bélgica mediante 12 trailers frigoríficos. Además “durante varios días unos enormes cañones formaron hasta 25.000 kilos de nieve para que los artistas pudieran modelar sus obras” que se convertirían en agua el 7 de enero.

En conclusión, vivimos en un mundo que transporta la basura durante mil kilómetros para poder quemarla, el hielo otros mil quinientos kilómetros para que luego se derrita, y la ropa la quema.

martes, 25 de marzo de 2008

Ante la crisis financiera


Ha llegado. Está aquí para quedarse. Es la crisis financiera, básicamente porque se ha creado y prestado dinero a partir de garantías de pago basadas en créditos que no se están pagando. No es dinero real, físico, como el que piensa la mayoría que existe, sino ese otro – que es la práctica totalidad – basado en el crédito y la deuda, en un juego de prestatarios que la cotización electrónica bursátil ha convertido en transcontinental. Algunos consideraban que ese internacionalismo fiduciario nos libraba del riesgo, porque lo diversificaba, pero se olvidaban de que, si funciona para el crecimiento, para la expansión del crédito fácil, también funciona para encadenar los impagos y a los impagados. Como dice el economista Xavier Sala, nadie sabe cuánto ni el alcance de lo prestado e impagado. E incluso el prestigioso The Independent se permite hablar ya abiertamente de que Wall Street se prepara para una segunda gran depresión, todo un símbolo de que ya pocos esconden la debilidad del montaje financiero.



La globalización financiera es el culmen de la globalización física en el intercambio de recursos naturales y productos transformados. Parece ya claro hoy, como nos recuerda Marcos Martínez, que la masa monetaria ha crecido – en virtud de los intercambios financieros virtuales – mucho más que la realidad tangible, lo que hace inevitable dos cosas: primero, como sucede desde hace tiempo con la economía capitalista, el surgimiento de ciclos de crédito fácil y burbuja – la depresión del 29 también fue precedida de una burbuja inmobiliaria en los EE.UU. y de los felices años 20, que hoy podríamos llamar los dorados 90 – y, segundo, su inevitable estallido posterior. En este caso, el refugio ha sido también la construcción, y ha logrado convertir, de forma insólita, deudas impagables “subprime” en activos negociables en forma de “paquetes de hipotecas” que nada menos que servían de inversión rentable para fondos de medio Mundo.



El alcance real de esta tremenda operación de deuda global nos deja a las puertas del ajuste en forma de castillo de naipes. Aquellas sociedades o cartas de la baraja más endeudadas o marcadas son las que más sufrirán la insolvencia, la contracción, y los inevitables problemas de funcionar con crédito restringido o sin crédito, o ver esfumarse activos financieros o, en el peor de los casos, depósitos sin más, como ya nos ha advertido alguna asociación empresarial.



Este escenario, por lo demás, y esto es aún más preocupante, se presenta en una era de creciente estrechez en la abundancia de materias primas, y de ahí la incomparable atención que están recibiendo por parte de los que disponen de recursos financieros para volcarlos en su compra: se sabe que el petróleo será cada vez más escaso, que los granos – base alimentaria mundial – se encuentran en unas ratios de suministro por habitante de las más bajas en las últimas décadas, y que la oferta de muchos recursos minerales y energéticos, bases de la economía mundial, en poco tiempo puede vérselas para abastecer la demanda. Es posible que, ni aún entrando en grave crisis económica, se frene lo suficiente la demanda tan importante de recursos naturales existente, porque la globalización ha encontrado consumidores en todas las partes del Mundo, y algunos de ellos no tan endeudados como los estadounidenses y los españoles: habrá, pues, encarecimiento global de lo básico.



Como dice el banquero Matt Simmons, que afirma que el comienzo del declive petrolero aconteció en el año 2006, “tendremos que crear economías mucho más locales”. Será imprescindible ponerse a ello. Pero, ¿Cómo reaccionará la economía crediticia ante este límite físico al crecimiento, acompañado de la crisis de confianza en la expansión de la economía? ¿Cuántos empleos dependen de esas deudas impagadas? Parece ser que pronto la sabremos. Y es que nunca como antes tuvo tanto vigor aquello que dice el dicho de que “de aquellos barros vienen estos lodos”.

lunes, 24 de marzo de 2008

La lluvia y la Semana Santa


“Este pueblo miserable -decía Valle-Inclán por boca de Max Estrella, uno de sus más entrañables personajes- transforma todos los grandes conceptos en un cuento de beatas costureras. Su religión es una chochez de viejas que disecan al gato cuando se les muere… España, en su concepción religiosa, es una tribu del centro de África”.

Todos los años, la Semana Santa pone de manifiesto hasta qué punto Valle-Inclán se mostraba generoso en sus juicios sobre la forma en que expresan su fe los españoles.

Lo recordaba mientras veía por televisión las “indescriptibles muestras de dolor de un pueblo”, aseguraba la reportera y confirmaba el llanto de un cofrade, que no entiende qué razones pueda tener la meteorología para negar sus favores a la Macarena, a las Siete Palabras o al Jesús del Gran Poder. Muchas de las procesiones previstas para miércoles y jueves fueron suspendidas.

Ignoro porqué en vez de regalarle a la imagen de la virgen tantos mantones bordados, esculpidos en flor, como atesora en años de procesiones, a nadie se le ha ocurrido, hasta el momento, donarle un impermeable que evite que la lluvia afecte la pintura de los tantos íconos a hombros, en el entendido de que la comitiva de nazarenos, manigueteros, pertigueros, acólitos, fariseos, palmeros, portaestandartes, flagelados, crucificados, caballería, soldados romanos y pueblo de Belén en general, bien puede aceptar la lluvia como penitencia y empaparse una vez al año de meas culpas. Además, como consuelo, es fama que debajo de los pasos corre el aguardiente tanto como la cera por las calles. Pero a falta de que alguien repare en el olvido y puedan las procesiones exhibir sus pasos, que a fin de cuentas también llovía en el Calvario, me parece excesivo seguir cargando en la cuenta del divino que el Viernes Santo, precisamente, haya dado paso a “un sol espléndido”. Hacía el anuncio por televisión un centurión romano y la propia Verónica lo corroboraba.

Tan acostumbrados como están a encontrar en el buen tiempo pruebas de la voluntad divina, no entiendo porqué no se les ocurre considerar, también, como señal divina la ocurrencia de la lluvia días atrás.

Porque tantas húmedas circunstancias como han venido acompañando en los últimos años las procesiones, hasta podrían dar la impresión de que Dios, finalmente, se ha cansado de que se tome su nombre en vano y apela al sabotaje del agua como forma de expresarlo. Podrían sugerir que ya Dios no quiere penitentes descalzos ni envenenadas saetas, que no acepta que se suban los precios de las sillas y los palcos, ni la sobreventa de balcones y terrazas, o el llamado “Rito de los Caramelos” que promueven las hermandades en su página wep, que Dios ya está aburrido de tanta mojiganga y cofradía, de tanto capirote, de tanta hipocresía, de tanta vela en tan ajeno entierro, que Dios, simplemente, ya está harto de que sigan perpetuando la pasión de su hijo como turístico reclamo de vulgares mercaderes.

Por eso llueve.

miércoles, 19 de marzo de 2008

Un capitalismo con tonos apocalípticos



Un tono apocalíptico ha invadido los niveles más altos del capital mundial, a medida que el sistema financiero continúa su implosión. Esta implosión no es más que la última crisis financiera que viene a golpear al capitalismo mundial. Las crisis financieras son inevitables desde que el crecimiento capitalista ha sido conducido de forma creciente por burbujas especulativas, como la inmobiliaria en Estados Unidos. Esos vaivenes financieros incontrolados tienen su origen en la divergencia creciente entre la expansiva economía financiera y la estancada economía real. Esta "desconexión" proviene de la persistente tendencia al estancamiento de la economía real debida a sobreproducción o sobrecapacidad. La búsqueda de beneficios es la fuerza motora del capitalismo y, cada vez en mayor medida, sólo pueden obtenerse cuantiosos beneficios gracias a la especulación financiera, en lugar de conseguirlos gracias a la inversión industrial. De todos modos, este es un proceso inestable y volátil, dado que la divergencia entre los indicadores financieros coyunturales como los precios de activos financieros e inmobiliarios y los valores reales sólo puede ampliarse hasta un punto en el que la realidad fuerza una "corrección" de retorno de precios. La explosión de la burbuja inmobiliaria norteamericana es una de tales correcciones, y está conduciendo no sólo a una recesión en los Estados Unidos, sino a una depresión mundial debido a un nivel de integración sin precedentes fogoneado por una globalización dirigida por las corporaciones transnacionales. No será fácil restaurar el dinamismo fomentando otra burbuja especulativa, por ejemplo, recurriendo al "keynesianismo militar".

"Tenemos que pagar por los pecados del pasado". Klaus Schwab, organizador clave de la fiesta de la elite en el forum de Davos.

San Francisco, 17 de febrero de 2008. Precios petroleros por las nubes, un dólar en caída y mercados financieros al borde de la quiebra son los principales ingredientes de un brebaje económico que podría terminar en más que una simple recesión. El dólar cayendo y el precio del petróleo en constante aumento han estado sacudiendo la economía mundial durante algún tiempo, pero es la espectacular implosión de los mercados financieros lo que está conduciendo a la elite financiera a un estado de pánico.

¿Apocalipsis capitalista?

Y el pánico ya está aquí. Así como el signo del pánico fue ostensible con el anuncio por parte del presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, en persona de un fuerte descenso de hasta 1,25 puntos porcentuales de la tasa de interés prime el pasado enero, The Economist también admitió que "no hay duda de que es un momento escalofriante". Las pérdidas procedentes de malos activos vinculados a los préstamos hipotecarios en fallidos a prestatarios de alto riesgo se estiman situadas en torno a los 400 mil millones de dólares. Pero, como ha advertido el Financial Times, "la gran pregunta es qué más hay", en un momento en que al sistema financiero mundial "está muy expuesto a un fracaso catastrófico". Lo que hay de "más" queda plasmado en el hecho de que sólo en las últimas semanas se ha sabido que una serie de bancos coreanos, japoneses y suizos han tenido miles de millones de pérdidas relacionadas con las hipotecas basura. La globalización de las finanzas fue, desde el inicio, la vanguardia del proceso globalizador, y siempre existió la ilusión de pensar que la crisis de las hipotecas basura podría ser confinada a las instituciones financieras estadounidenses, como pensaban algunos analistas.

Algunos de los actores y agitadores principales no parecían presas del pánico, sino resignados a una suerte de apocalipsis. En la reunión anual de las elites mundiales celebrada en Davos el pasado enero, George Soros sonó decididamente necrológico, declarando tan campante que el mundo estaba siendo testigo del "fin de una era". El anfitrión del Foro Económico Mundial habló del capitalismo mientras saboreaba su postre diciendo: "Tenemos que pagar por los pecados del pasado…". "No es que el péndulo se esté ahora inclinando hacia el socialismo marxista", dijo a la prensa, "pero la gente se está preguntando '¿Cuáles son los límites del sistema capitalista?' Creen que el Mercado tal vez no sea siempre el mejor mecanismo para ofrecer soluciones".

Reputaciones arruinadas y políticas fracasadas

Mientras algunos parecen haber perdido los nervios, otros han visto disminuir su estatura debido al colapso financiero.

Como presidente del Consejo de Asesores Económicos del presidente Bush en 2005, Ben Bernake atribuyó el incremento de los precios inmobiliarios a "fundamentos económicos sólidos", no a la actividad especulativa. Siendo esto así, queda una incógnita, y los críticos se preguntan: ¿por qué, como jefe de la Reserva Federal se equivocó en anticipar el colapso del Mercado inmobiliario proveniente de la crisis de las hipotecas basura? De todos modos, su predecesor Alan Greenspan sufrió un golpe más duro, pasando del estatus de icono al de villano a los ojos de algunos. Le atribuyen la culpa de la burbuja por las agresivas rebajas operadas en los tipos de interés prime para sacar a los EEUU de la recesión en 2003, y por mantenerlos en niveles bajos durante un año. Otros dicen que ignoró las advertencias sobre los inescrupulosos y agresivos forjadores de hipotecas que embarcaron a los prestatarios de alto riesgo en acuerdos hipotecarios que nunca podrían enfrentar.

El escrutinio de los antecedentes de Greenspan y el fracaso de las disminuciones de tipos de interés de Bernanke para impulsar los préstamos bancarios han levantado serias dudas sobre la efectividad de la política monetaria para prevenir una recesión que ahora es vista como inevitable. Tampoco lo conseguirá la política fiscal, ni poner dinero en manos de los consumidores, según algunas voces de peso. Los 156 mil millones del paquete de estímulo recientemente aprobados por la Casa Blanca y el Congreso consisten fundamentalmente en retornos fiscales, y el grueso, de acuerdo con Paul Krugman, el columnista del New York Times, irá a parar a quienes en realidad no lo necesitan. La tendencia será entonces ahorrar más que gastar las devoluciones en un período de incertidumbre, frustrando su propósito de estimular la economía. El fantasma que se le aparece ahora a la economía estadounidense es la experiencia japonesa de un crecimiento anual virtualmente nulo y deflación durante los noventa y comienzos de esta década, a pesar de los paquetes de estímulos que siguieron uno tras otro después de que se desinflara la gran burbuja inmobiliaria de Tokio a fines de los 80.

La burbuja inevitable

Aun cuando las acusaciones no han terminado, muchos analistas nos recuerdan que, a pesar de todo, la crisis inmobiliaria debería haber sido anticipada. La única pregunta era cuándo llegaría. Conforme notó en un análisis hace unos cuántos años el economista del Centro de Investigaciones en Política Económica, Dean Baker: "Como la burbuja financiera, la burbuja inmobiliaria explotará. Finalmente, debe hacerlo. Cuando lo haga, la economía atravesará una grave recesión, y decenas de millones de propietarios de casas que jamás imaginaron que los precios de sus viviendas podrían caer, probablemente, se vean en serios apuros".

La crisis de las hipotecas basura no fue un caso de oferta excediendo la demanda. La "demanda", en gran medida, fue creada por una manía especulativa por parte de financieros y agentes inmobiliarios que buscaban generar enormes beneficios a partir de su acceso al dinero extranjero que inundó a los Estados Unidos durante la ultima década. Las elevadas hipotecas fueron enérgicamente vendidas a millones de personas que en condiciones normales no podían afrontarlas, ofreciéndoles tasas de interés "engañosas" que luego serían reajustadas para aumentar el precio de los pagos de los nuevos propietarios. Estos activos fueron entonces "titulizados" [NdT: la operación de securitización, aquí traducida como titulización, consiste en agrupar activos financieros con similares condiciones de plazos, colaterales e intereses, para transformarlos en un solo instrumento financiero con garantía hipotecaria que las entidades colocan en el mercado internacional para hacerse con liquidez y dispersar el riesgo] junto con otros activos en complejos productos financieros derivados denominados "obligaciones de deuda colateralizadas (CDO, por sus siglas en inglés)" por los iniciadores de las hipotecas que trabajan en conjunto con intermediarios de rangos medios que subestimaron el riesgo para poder colocar los nuevos títulos lo más rápido posible en otros bancos e inversores institucionales. El aumento de los tipos de interés desencadenó una oleada de cesación de pagos, y muchos de los inversores y bancos de renombre –incluyendo Merrill Lynch, Citigroup, y Wells Fargo— se encontraron con miles de millones de dólares de activos financieros de mala calidad que habían gozado de luz verde por parte de sus sistemas de evaluación de riesgos.

El fracaso de la autorregulación

La burbuja inmobiliaria no es sino la última de cerca de 100 crisis financieras que se han sucedido una tras otra desde que los controles de capitales de la época de la Depresión comenzaron a ser levantados en la era neoliberal que empezó a comienzos de los 80. Los reclamos que ahora provienen de algunos sectores para frenar el capital especulativo tienen un aire de déjà vu para muchos observadores. En particular, tras la crisis asiática de 1997, se produjo una fuerte exhortación para aumentar los controles al movimiento de capitales en el marco de una "nueva arquitectura financiera mundial". Entre las apelaciones más importantes fiscalizar las transacciones monetarias están la famosa Tasa Tobin, que desaceleraría los movimientos de capital, o la creación de algún tipo de autoridad financiera mundial que, entre otras cosas, regularía las relaciones entre los prestamistas del norte y los países en desarrollo endeudados.

De todos modos, el capital financiero mundial se resistió tenazmente el regreso a la regulación estatal. Nada pasó con la propuesta de la Tasa Tobin. Incluso un relativamente débil "mecanismo de reestructuración de la deuda soberana", semejante al Capítulo Once [N. del T.: capítulo del Código de bancarrotas de EEUU que procura sostener el funcionamiento del negocio, en oposición a otros códigos que regulan su liquidación], para dar algún grado de maniobra a los países en desarrollo con problemas de cumplimiento, fue frenado por el sistema bancario, a pesar de haberlo propuesto Ann Krueger, la conservadora directora norteamericana del FMI. En su lugar, el capital financiero promovió lo que se conoce como proceso de Basilea II, descrito por el economista político Robert Wade como una serie de pasos hacia una estandarización económica que "maximice la libertad [de las firmas financieras globales] en punto a movilidad geográfica y sectorial, a la vez que fije restricciones colectivas a sus estrategias competitivas". El énfasis se puso en la autovigilancia y la autorregulación financieras, apuntando a una mayor transparencia de las operaciones financieras y a nuevos estándares para el capital. A pesar del hecho de que la crisis asiática fue originada por el capital financiero del norte, el proceso de Basilea se centró en hacer que los procesos e instituciones financieras de los países en desarrollo sean más transparentes y estandarizados mediante las líneas de lo que Wade llamó el modelo financiero "angloamericano".

Y aunque no faltaron los reclamos para regular la proliferación de los nuevos y sofisticados instrumentos financieros, como los derivados colocados en el mercado por las instituciones financieras de los países desarrollados, todo quedó en nada. La regulación de los derivados sería dejada en manos de los agentes del mercado que tienen acceso a los sofisticados modelos cuantitativos de "asignación del riesgo" que estaban siendo desarrollados.

Al concentrarse en disciplinar a los países en desarrollo, el proceso de Basilea II consiguió muy poco en relación a la autorregulación de las finanzas mundiales del Norte, a punto tal, que Robert Rubin, de Wall Street y antiguo Secretario del Tesoro bajo la presidencia de Clinton, advirtió en 2003 que "las crisis financieras futuras serán casi seguramente inevitables y podrían ser aún más graves".

Lo mismo que con la asignación de riesgos de derivados como las "obligaciones de deuda colateralizadas CDOs" y los "vehículos de inversiones estructuradas (SIVs)" –la vanguardia de lo que el Financial Times describió como "la vasta y creciente complejidad de las hiperfinanzas"—, el proceso se derrumbó casi completamente con los modelos cuantitativos de riesgo más sofisticados, nulificados por el hecgho de que el riesgo acabó midiéndose conforme a la siguiente regla impuesta por los vendedores de activos financieros: subestimar el riesgo real, y transmitirlo a los pardillos de abajo en la cadena de transacciones financiera. Al final, era difícil distinguir lo que era fraudulento, lo que era un error de criterio, lo que era completamente idiota y lo que andaba fuera de cualquier control. Como lo expuso un informe sobre las conclusiones de una reciente reunión del Foro de Estabilidad Financiera del Grupo de los Siete:

Hay muchas culpas a repartir en el caos financiero: el mercado de las hipotecas basura norteamericanas se caracterizó desde el comienzo por pésimos criterios de suscripción y por "algunas prácticas fraudulentas". Los inversores no actuaron con la debida diligencia cuando compraron activos hipotecarios. Los bancos y otras empresas administraron muy pobremente sus riesgos financieros y fracasaron en revelar al público los peligros de sus hojas de balance. Las empresas de calificación de riesgo hicieron un mal trabajo evaluando el riesgo de los activos financieros más complejos. Y las instituciones financieras retribuyeron a sus empleados en formas que estimularon una toma de riesgos excesiva y una consideración insuficiente de los riesgos a largo plazo.

El fantasma de la sobreproducción

No es sorprendente que el informe del G-7 sonara en el mismo tono que las necrológicas de la crisis financiera asiática y de la burbuja de las punto-com. Tal vez inconscientemente, un cacique de una corporación financiera y redactor principal del Financial Times captó el problema básico que caracteriza estas manías especulativas, cuando señaló que "se ha producido una creciente desconexión entre la economía real y la financiera en los últimos años. La economía real ha crecido… pero nada que ver con la economía financiera, que creció aun más rápidamente, hasta que implosionó". Lo que su declaración no nos dice es que la desconexión entre lo real y las finanzas no es accidental, que la economía financiera se expandió precisamente para compensar el estancamiento de la economía real.

Esta brecha creciente entre la economía real y la financiera no puede entenderse en su totalidad sin hacer referencia a la crisis de sobreacumulación que afectó a las principales economías a fines de los 70 y en los 80, un fenómeno que también se conoce como sobreproducción o sobrecapacidad.

lunes, 17 de marzo de 2008

Exaltación de la democracia


Recuerdo bien cuando, al principiar nuestra “democracia” (el partido comunista aun no había sido legalizado), se incitaba a los militantes y simpatizantes comunistas a declarar abiertamente que lo eran. 30 años después la situación al respecto es algo distinta, pésimamente distinta, en lo que se refiere a aquel valentísimo talante nuestro.

Hoy es frecuente, en los más progresistas medios alternativos de comunicación de izquierdas, leer exaltaciones y apologías de la democracia (sea la democracia participativa o se trate solo de la democracia consistente en mera representación, en parlamentarismo). Y resulta realmente paradójico el uso y abuso de este concepto frente a la ausencia casi absoluta del concepto comunismo (mayormente utilizado por las derechas para denominar toda acción radical o metademocrática; tomando aquí democracia en el sentido meramente representacional del término, esto es: la democracia representativa. Y por metademocracia inteligiendo el comunismo -aunque algunos podrían pensar en la tiranía y la dictadura-, esto es: el comunismo en tanto en cuanto dictadura de la comunidad). Y estas apologías y exaltaciones están hechas por hombres movidos por un pragmático realismo o por un falso creer o aparentar hilar más fino que los otros.

La política y las ciudades (las “polis”) se consolidaron al unísono en Grecia (un pueblo con gran sentido de lo común y, por ello, metonímicamente amante de la sabiduría y de las ciencias); pues la ciudades se consolidaron no mediante muros, sino por virtud de la política. Y estas se consolidaron al tiempo que la democracia (y, junto con ellas, la ética), mediante un acto de fuerza político-democratizadora llevado a cabo por Clístenes, del clan de los Alcmeónides: mezclando tribus ancestrales, obligándolas a ir más allá de sus limitados intereses gentilicios, para optimizar la supervivencia de éstas (y en dichas ciudades proteger especialmente, con la ayuda de todos, a la clase mas favorecida, a la aristocracia). Pero además de por esta razón aludida, la política y la democracia (inteligiendo aquí la política en cuanto sinónimo de democracia) nacieron también en Grecia como intento para mitigar los males sociales de los hombres, especialmente los males relativos a la no posesión de las riquezas, y como una necesaria recompensa por la potencial ayuda política, ciudadana, prestada a los portadores de la virtud: los aristócratas. La política y la democracia nacieron de la mano de los hombres más sanamente ambiciosos, experimentados y astutos; los cuales, con un pensar y actuar en cierta medida meta-aristocrático, sintiendo la naturaleza comunal de la política y sus ventajas, se percataron que más allá de las riquezas y seguridades sociales (riquezas relativas a las diferencias de clases, a las jerarquías, o a las tribus y gremios) se debían hallar otras riquezas y unas seguridades mayores y más verdaderas, más gozosas, esto es: debían hallarse las riquezas y seguridades de la comunidad en tanto en cuanto comunidad ético-política (ella misma, la comunidad, considerada como la mayor de las riquezas y la mayor seguridad, transida por la filia; siendo esto último algo que hoy, si nos liberásemos de la alienación política padecida, podríamos comprender mejor incluso que ellos mismos, los griegos, a la luz reciente del comunismo marxista). Ciertos griegos, especialmente los Alcmeónides, con Clístenes a la cabeza, se percataron de esto y actuaron en consecuencia. Pero ciertos actos conllevan más de lo que les confiere la intención que los sujetos que los ejecuta, por ello la política en cuanto democracia nació, conscientemente, como un intento moderno (la modernidad principia con Grecia), de sana ambición, de astucia y experiencia, para gozar de mayor seguridad; e inconscientemente ella nació como un intento de reinstaurar y restaura, modernizándolo, el comunalismo primitivo; y de paliar los males causados, y hacía ya largo tiempo padecidos, por la corrupción y jerarquización de la comunidad original; causados por la socialización de ésta, es decir: la política en cuanto democracia (como una especie de caridad, de gracia aristocrática, de verdadera gracia de la virtud) nació consciente e inconscientemente como un más salutífero intento para paliar los males provocados por la existencia de clases sociales, de jerarquías; nació para mitigar las miserias excesivas de los pueblos en cuanto sociedades y paliar la soledad de los sujetos cívicos-sociales, algo que verdaderamente solo se logra viviendo en comunidad; la política nació para mitigar esas miserias consistentes en la ex-propiación de bienes que dicha comunidad padecía, desde hacía ya muchísimo tiempo; expropiación hecha, sobre la comunidad, respecto de todas sus formas de riqueza, que así dejaron de ser riquezas y bienes propios de ella, riquezas comunales, y pasaron a privatizarse, o se originaban ya privatizadas, socializadas; las cuales llegaron de riquezas comunales a riquezas privadas sociales (pues lo privado tiene su origen en la privación a que está sometida la comunidad; y son muchos los sujetos privados de riqueza que hay detrás de toda propiedad privada; pues el mantenimiento permanente de la propiedad privada exige de sus propietarios y colaboradores un violento ejercicio continuo de privación -un cierto ejercicio desapropiador de bienes propios y apropiados- llevado a cabo sobre los otros, sobre la comunidad, ya que la riqueza es siempre de naturaleza comunal; producida por una cierta comunidad, aunque ésta se encuentre alienada en forma de comunidad corrupta, jerarquizada, es decir: en forma de sociedad). Sin embargo, ya decimos, la política en cuanto democracia nació en Grecia solo para mitigar la excesiva desproporción en el reparto de tales riquezas (tanto materiales como espirituales) y por una cuestión de gozar mayor seguridad, por una cuestión de fiabilidad política, de fiabilidad ciudadana; pero ella no cuestionaba la existencia de las jerarquías, ni la existencia de sus privilegios, sino solo sus excesivos desmanes, especialmente aquellos actos realizados por los oligarcas. Y así fue teóricamente hasta el siglo XIX, pero prácticamente perdura hasta nuestros días.

En el siglo XIX, superando la mera empiria democrática (aunque con el pensamiento puesto en una empiria comunal llevada a cabo por los pueblos en distintas épocas y edades; una empiria realizada en virtud de los universales del pensamiento comunal de cada sujeto, así como en virtud de los artes y las ciencias y la filosofía primera comunales), Marx teorizó epistemológicamente, por vez primera, el comunismo en cuanto la forma metademocrática de concebir lo común real y en cuanto optimización de la política griega y culminación de la verdadera política, de la máxima fiabilidad política: la que proporciona mayor confianza a los sujetos cívicos singulares, y no solo a una determinada clase con facultad exclusiva de legislar y decisión política, que los otros deben acatar y cumplir. Y siendo el comunismo, en la medida en que teóricamente se basa en la filosofía primera aristotélica, la única forma de realizar y politizar que no objetualiza a los hombres, se ha de llevar a cabo como un ejercicio de revolución realizadora permanente, en lucha continua contra cierta naturaleza negativa del realizar; contra esa propensión a lo inapropiado e injusto que el realizar tiene; contra su propensión a objetualizar, a alienar o cosificar a los sujetos naturales, incluidos los hombres: sus causas eficientes. Siendo esta permanente revolución comunista una revolución no meramente mecánica ni abstracta; pues, más allá de la imaginación, esta mecánica no existe (en la simple revolución astral, por ejemplo, los soles y planetas no pasan dos veces por el mismo punto ni son idénticos cada vez que pasan por este imaginario mismo punto inexistente; la Tierra, decimos, no es igual en todas las primaveras, la dialéctica lo impide).

Y Marx teorizó el comunismo basándose en los comunes de la naturaleza, como las especies y los géneros y demás categorías del ser, esto es: basándose en aquello solo a partir de lo cual se pueden ejercer óptimamente las ciencias y los artes; pues que sobre lo común jerarquizado sería imposible hacerlo, siendo también estos comunes aquellos elementos o formas sobre lo que se fundamentan los universales de la intelección y el pensamiento). Y es esta cualidad de lo comunal desarrollado por el comunismo marxista de lo que se ha apropiado el actual concepto de democracia progresista de izquierda, el concepto de democracia participativa, reivindicado incluso por ciudadanos de países llamados comunitas (países verdaderamente en vías de llegar a serlo). Este desarrollo realísimo, epistemológico, del comunismo marxista (este pensar nuevo, que demanda a un hombre nuevo) fue sentido por las oligarquías del siglo XIX y XX como algo irreal, como un terrorífico fantasma que recorría Europa, y el Mundo: un fantasma hondamente temido y repudiado por ellas. Y tan profunda fue la estigmatización que las oligarquías hicieron de él, y tan hondamente ha calado su repulsa, que su nombre ha llegado a ser elidido y eludido incluso por los comunistas más ortodoxos, sustituyéndolo en sus discursos por el concepto de democracia o, en el mejor de los casos, por el de socialismo (o por una combinación de ambos, lo que dio pie al nacimiento de la social-democracia). Así, lo mismo que las izquierdas han dejado de considerar necesaria a la filosofía primera aristotélica (cuya utilidad radica en “saber del ser en cuanto ser” para “saber ser”) para llevar a efecto las más óptimas revoluciones sociales, también ellas han dejado de considerar el concepto de comunismo. Todo el mundo reivindica la democracia, y el socialismo; todos los progresistas los quieren para sí, frente al paradigma triunfante, oligárquico y genocida, del primer mundo, democrático o social-demócrata. Y nadie, o muy pocos, reivindica ya el concepto de comunismo (a lo sumo, dicen, él está implícito en la reivindicación de la verdadera democracia, en la democracia participativa). Pero este es un pensamiento falaz, que ignora la tradición griega, un pensamiento que no ha asumido lo implícito y lo explícito en la praxis de su legado, como su más óptima anterioridad ético-política-filosófica; un legado en el que la política y la democracia griegas son antecedentes de la verdadera política y del comunismo en cuanto herederos de la política democrática antigua. Pues hoy un griego verdaderamente demócrata y consciente se auto-denominaría comunista; pues sabría que, dada la manipulación y enajenación de los actos y del pensamiento, ni siquiera la democracia participativa garantiza la equivalencia de los ciudadanos y el correspondiente y justo reparto de las riquezas, a menos que todos ellos ejerzan con consciencia y celo, permanentemente, la más elevada ética y política, re-apropiado las riquezas, des-privatizándolas, re-apropiándolas, como única llevada a cabo del verdadero comunismo, como revolución permanente que impida el retorno a la jerarquización y clasificación de lo común y comunal a que tiende el acto de realizar inapropiado e injusto, algo a lo que el realizar es propenso, igual que al error. Pues de todos es sabido que con la participación de los pueblos, previamente alienados, se han llevado a cabo muchas cosas inapropiadas, nefastas, y perjudiciales para ellos mismos y para otros pueblos.

Y para finalizar diremos que es importantísimo el concepto que damos a las cosas reales (las cosas realizadas, siendo la comunidad lo máximamente real), aunque la naturaleza respecto a ello sea indiferente.